1/29/2007

Desde mi trinchera liberal: Stephen Hawking en su laberinto

Desde Mi Trinchera Liberal: Stephen Hawking en su laberinto


El nóbel de física León Lindeman decía:«Cuando oyes a alguien diciendo algo sobre el nacimiento del Universo,no tengas dudas de que se lo están inventando todo.Ése es el campo de los filósofos. Dios sabe lo que pasó en el principio de los tiempos»

Con menos grados de ironía, el cosmólogo Andrei Linde se limitaba a decir en el New York Times que "estas cuestiones están muy próximas a las cuestiones religiosas". Sin embargo, existe una corriente científica que pretende sacar a Dios del mapa de la creación, mediante la política de achicar espacios. Como Laplace, quieren convertir a Dios en una hipótesis desechable. Hawking pedalea en esa misma dirección. Hay que tener en cuenta los antecedentes de Hawkings. Su madre, miembro del Partido Comunista de Inglaterra, trasladó a su hijo la idea de que Dios era un mito inventado por las clases pudientes para explotar a los trabajadores. No es de extrañar, que el ídolo de juventud de Hawking fuera Bertrand Russell, un ateo militante. La historia, terca y sabia en este caso, ha convertido el marxismo en basura ideológica residual y caducada. No así el sentimiento religioso, que sigue vivo en millones de personas.


Es de justicia constatar que Hawking siempre ha huido de la etiqueta de ateo. En sus libros, no son infrecuentes las referencias a Dios, pero casi siempre desde una óptica de hipótesis prescindible. Pasión inútil. De Dios sólo se puede prescindir desde el prejuicio ideológico o desde la impostura científica. O de una mezcla de ambas. Jamás puede haber colisión entre la verdadera ciencia y Dios.


Dos son las líneas básicas que traza Hawking y sus acólitos para intentar desplazar a Dios:


La primera tiene que ver con la Teoría del Big Bang, que es la explicación universalmente aceptada por la comunidad científica para explicar el origen del universo. Hawking no la niega. Por así decir, la pervierte. Para él el universo surgió ex nihilo, de la nada. No importa que esta afirmación desafíe la lógica. En el mejor de los casos, la poca solidez de esta hipótesis, lleva a Hawking a no detenerse mucho en ella. Es consciente de que no resiste un mínimo análisis, y, por tanto, prescinde de ella. En su libro Brevísima historia del tiempo, leemos:

"En lo que nos concierne, los acontecimientos anteriores a la gran explosión (Big Bang)no pueden tener consecuencias, y no deberían formar parte de ningún modelo científico del universo. Por ello, deberíamos eleminarlos del modelo y admitir que la gran explosión fue el origen del tiempo. Ello significa que preguntas como ¿Quién estableció las condiciones para el big bang? no son cuestiones que la ciencia estudie.". Lope de Vega lo dijo mucho antes y más bonito: no sé la razón de la sin razón que a mi razón aqueja. Según Hawking, como estas ideas transcienden la ciencia, lo mejor son obviarlas.


Peor resulta cuando Hawking se mete a dar explicaciones. Como parte de una premisa falsa, el resultado es también inconsistente. En una conferencia pronunciada en el año 2005, Hawking decía lo siguiente:

"Jim Hartley y yo propusimos una condición inicial para el universo. Según ella, éste habría aparecido espontáneamente de la nada, como las burbujas de vapor aparecen espontáneamente en agua hirviendo". El símil es falso. Evidentemente, las burbujas no surgen espontáneamente de la nada. Es necesario que algo preexista a las burbujas, que en todo caso, surgen por una causa bien clara, porque el líquido rompe en ebullición. Hay una relación causa-efecto. Lo mismo habría que admitir del origen del universo. La causa precede al efecto, aunque para Hawking resulte más cómodo no investigar la causa final que ha creado el universo. Porque eso sería admitir la hipótisis de Dios, algo a lo que no parece muy dispuesto.


Esta sería la primera línea argumental de Hawking. Queda una segunda línea, que tiene que ver con el objetivo de Hawking de crear lo que él denomina la Gran Teoría Unificada, que pretende ser algo así como la quintaesencia de todo. A esta segunda línea volveremos en otra ocasión.

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