1/18/2007

El gobierno castigador: los precios del agua de Narbona con los metros cuadrados de Trujillo

EL CONSUMO DE NARBONA, EN LOS PISOS DE TRUJILLO es una mezcla de despropósitos. Necesitan convencernos de que nosotros somos los malos . Amargados que amargan a los que gobiernan pero que ni hacen embalses ni arreglan la especulación inmobiliaria.

EL CONSUMO DE NARBONA, EN LOS PISOS DE TRUJILLO

Ahora que, desgraciadamente, vuelve a estar de moda la pertinaz sequía será bueno recordar la iniciativa de Narbona consisten en poner un impuesto a los que pasen de 60 litros de consumo al día. Pues bien: una lavadora puede gastar hasta 90 litros de agua, el lavavajillas no menos de 30 y tirar de la cisterna cuatro veces al día unos 25 litros. Si a eso le sumamos al menos una ducha al día (que a buen seguro toma nuestra ministra de Medio Ambiente), el agua para beber y cocinar, para la limpieza, etcétera, resulta que los españoles gastamos una media de 171 litros al día según los datos del INE.


Pero eso era antes -debe pensar Cristina Narbona- porque en los pisos de 25 metros que tanto le gustan a su colega María Antonia Trujillo no caben electrodomésticos ni bañera –como mucho ducha de plato-, y con 60 litros por cada españolito vamos sobrados. Y visto así la cosa tiene sentido.


El problema es que desde un punto de vista serio comienzan a cansar las ligerezas de esta ministra que lo mismo un día acusa a los agricultores de regar con aguas fecales o de pirómanos que al siguiente a los españoles de despilfarrar agua. Y es que el consumo se puede reducir, eso es evidente, y todos debemos colaborar para evitar gastar más agua de la necesaria cambiando pautas cotidianas y concienciándonos de que España es un país seco y que este recurso es vital para nuestro presente y futuro.


Pero de ahí a la última ocurrencia de Cristina Narbona media un abismo. Si el Gobierno quiere subir las tarifas de agua tiene potestad para ello y a buen seguro lo haría de inmediato si el ascenso fuera razonable. Pero a lo mejor lo que pretende es subirlas de manera escandalosa, gravando fuertemente el consumo de un recurso de primera necesidad para todos. Para ello primero culpabiliza al español medio de despilfarrador para que, una vez convencido de su indecencia, acepte la factura por alta que ésta sea. Y, lamentándolo mucho, señora ministra, esta vez no cuela.



Domingo Martínez Madrid

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