Bajo Cinca 10 de noviembre
El pasado 4 de noviembre, tras serle concedida en el Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (INAGA) “audiencia previa a la resolución final”, Ecologistas en Acción presentó su último escrito de alegaciones contra el proyecto de central térmica en Mequinenza. Con este trámite, salvo que el INAGA acepte consultar sobre este proyecto a los municipios catalanes vecinos, tal como solicitó Ecologistas en Acción, se supone que todo queda listo para que el INAGA dé su última palabra y comunique a las partes interesadas si concede o no la Autorización Ambiental Integrada a la central térmica de carbón que quiere construirse en Mequinenza.
Por la documentación que consta en el expediente, y a la que tuvo acceso Ecologistas en Acción, se deduce que la intención del INAGA es la de conceder la Autorización Ambiental Integrada al proyecto, dando vía libre, así, a la construcción de la central térmica de carbón. Aunque Ecologistas en Acción no encontró en el expediente el borrador de resolución final sí que encontró otro documento en el que se hacían valoraciones técnicas al mencionado borrador. En este documento consta que se autoriza la central térmica y se propone, como medida paliativa de la contaminación atmosférica, que la propia central térmica instale estaciones de medición de las inmisiones contaminantes, para su autocontrol, y que se elabore un informe anual de los datos obtenidos para el Gobierno de Aragón. Así mismo propone que se pueda limitar la actividad de la central si los datos o previsiones de la contaminación así lo aconsejen, medida que Ecologistas en Acción sería la primera en sorprenderse si algún día se llevara a cabo en alguna central térmica.
Ecologistas en Acción, tal como constan en las alegaciones presentadas, considera contradictorio e irresponsable que a estas alturas en la que tanto se habla de la lucha contra el cambio climático, las limitaciones de las emisiones de CO2 y la eficacia energética, se pueda llegar a autorizar una central térmica que queme el más ineficaz y contaminante de los combustibles, como es el lignito y el carbón de escombrera. Así, por ejemplo, las emisiones de CO2 , por unidad de energía producida, serían unas 3’7 veces superior a las que tendría una central térmica de ciclo combinado, a gas.
Así mismo Ecologistas en Acción considera probado, tal como muestra el estudio que el propio INAGA encargó el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), que el alcance contaminante de la central térmica abarca los 60-80 km de distancia y que la calidad del aire en Mequinenza y su entorno, que a menudo muestra contaminación por ozono troposférico y por partículas (denominadas PM10), quedaría claramente agravado con las emisiones de esta central térmica.
Por todo ello Ecologistas en Acción espera que el Gobierno de Aragón recapacite y, como muestra de su sinceridad y compromiso por la salvaguarda del clima y la salud pública, niegue la autorización a la central de Mequinenza y a todas las demás que se proyectan en Aragón, tal como es el caso de las centrales térmicas proyectadas en Fayón y Osera del Ebro.
ALGUNOS HECHOS DESTACABLES DEL PROYECTO
No se ha consultado a los ayuntamientos catalanes sobre la viabilidad socioambiental del proyecto a pesar de la gran cercanía de algunos municipios, como es el caso de Almatret, la Granja d´Escarp o la Pobla de Massaluca.
Los defensores del proyecto alegan que la central térmica salvaría los puestos de trabajo de las minas de carbón en Mequinenza, pero se olvidan citar que durante muchos años se han invertido grandes cantidades de dinero público para reconvertir el sector minero y relanzar la economía comarcal. Según un informe de Greenpeace, basado en fuentes oficiales, cada puesto de trabajo en la minería del carbón cuesta a los españoles unos 240.000 € al año en subvenciones.
Parte del combustible de la central térmica sería carbón de escombrera. Y a la quema de este carbón de escombrera, que produce CO2 y contaminantes tóxicos, se le llama, digamos inapropiadamente, valorización y eliminación de residuos.
El informe del prestigioso Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo solo estudió cómo afectaría la central térmica a los niveles de ozono troposférico. En dicho estudio se mostró, por ejemplo, que en Monzón, a unos 65 km de distancia, se sobrepasarían los límites legales de este gas tóxico (120 microgramos/m3 en 8 horas) de 9 a 16 veces más de lo que hubiese sido normal en una año. Hubiera sido de desear que se hubiera ampliado el estudio a otros contaminantes, como las partículas de polvo (PM10) y los óxidos de nitrógeno.
Se supone que los contaminantes presentes en el aire preoperacional (antes de funcionamiento) de la zona de Mequinenza, más la suma de los contaminantes que provocaría la central térmica no deberían superar los límites legales. Con las medidas hechas de 2005 a 2007 eso es lo que pasaría con el ozono. En el caso de las partículas de polvo (PM10) la norma dice que no deben sobrepasarse los 50 microgramos/m3 de media diaria en un año. En Mequinenza, se superaron los límites legales al menos en 17 ocasiones..., pero en tan solo los 87 días medidos. Y eso sin contar con lo que añadiría la central térmica.
Los organismos públicos de medio ambiente, catalanes y aragoneses, no hacen ninguna evaluación de cuál sería el efecto conjunto de las tres centrales térmicas que se proyectan en su zona fronteriza, en Mequinenza, Fayón y Riba-roja d´Ebre.
Los estudios científicos que muestran que la contaminación afecta gravemente a la salud humana son cada vez más numerosos y contundentes. Así mismo se constata que en el entorno de las centrales térmicas aumenta la morbilidad (enfermedad) y la mortalidad de la población.
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